viernes, 30 de septiembre de 2016

30 de septiembre:

Vamos a despedir este mes como nunca lo hemos hecho. Bajo las mantas de las hojas del otoño; recuerda que la distancia no supone problema para nosotros. Tal vez sí, tal vez no.

Ahora sí que no falten las caricias ni los besos junto a nuestras almohadas. Nunca olvidarnos en los sueños, perseguirnos en ellos, saludar al nuevo mes y añorar lo que nunca hemos podido obtener.

Como el otoño en todo su resplandor. Así, así, te voy queriendo yo.  Secar tus lágrimas y ser ,de nuevo, tu paño donde puedas secártelas. El hombro para dejarte caer y unos brazos con materiales de colchonetas.

Despedir este 30 de septiembre como nunca lo hemos hecho. Despedirlo así, a nuestra manera, a cual más efímera. 

Contigo o sin ti, pero conmigo.

 



Me cansé de buscar(te)
entre los hilos de la perfección.
Me cansé de gritar(te)
lo mucho que te anhelo.

He viajado hasta América,
dejando un corazón a medio coser
en África.
He viajado contigo
y
a
la misma vez

[sin ti].

Se me han derramado 
demasiadas lágrimas por Madrid.
Se me han escapado
demasiados suspiros acompasados.

He saltado sobre los charcos,
he roto con mi reflejo frente al espejo,
he navegado a las orillas del Guadarquivir.
He viajado conmigo, pero sin ti.

Eres un ser que vive bajo el anonimato.
Te muestras cuando menos espero.
Haces daño.
Me dan celos.
Te crees el TODO de mi vida
y no es así.
Mi mundo no gira entorno a ti.

El chico de ojos castaños
, a veces frívolo,
al que a veces quiero
y otras tanta odio.

No eres el todo
eres el NADA
pasaste a ser
un cero a la izquierda,
la peor declinación de latín
y mucho más, del griego.

Que te quisé
-en el pasado-
y no voy a quererte
-en el presente/futuro-.
Me mostraste de qué material
estás realmente labrado.

He saltado sobre los charcos,
he roto con mi reflejo frente al espejo,
he navegado a las orillas del Guadalquivir.
He viajado conmigo, pero sin ti.

Que te quedes donde estás
sin nada más
que arda todo
y no haya agua para apaciguarme.
Que ya trago demasiada sal
que las olas me han mareado
que ya no quiero nada más.

Esfúmate.
 Vete.
Stare lontano


Voy a caminar igualmente si no estás
como si te quedas
voy a seguir siendo la misma
porque es hora de ser yo.
De viajar conmigo
de luchar por mí
de cumplir todo
y de disfrutar de lo que me queda
por vivir.

Contigo o sin ti, 
pero conmigo.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Día sexto de otoño.






   Llueve con demasiada intensidad. En los cristales de mi ventana veo como las gotas de agua hacen una carrera para saber cuál de todas es la ganadora.
Llueve y no parece que vaya a cesar. Como el frío que entra del noroeste, como el que cubre e hiela el corazón.

   Me he tropezado , me he vuelto a caer. La llovizna me caía sobre los hombros, mojando así mi pelo castaño , el cual faltaba ser teñido de rojo.
 He de reconocer que la caída me ha vuelto fuerte. Me ha vuelto fuerte y débil a la vez.

   Llueve. No para. Intensa. Las nubes lloran y siento tal apogeo en mi pecho, entre seno y seno ,capa y espada, que las entrañas de mi ser me arden. Fuego helado.

  Parece que las lágrimas quieren salir y emanar como las aguas de los acantilados. Pero no. Soy fuerte. Heridas de guerra, de caídas, de torpeza y nada más. Soy mi propia guerrera, mi sacerdotisa, mi ángel de la guarda.

  Las nubes no dejan de llorar... ¿Tan mal se encuentran? Solas se hallan. La soledad les embriaga.
Pero yo no estoy sola. No. Me tengo a mí y a mi mayor refugio, las letras.
Albergo esperanza y un corazón que, cuando quiere, es sincero.
 Olvido. Soy torpe y me he caído. Jamás me rendiré, claro está. Volveré a contar los pasos largos que he conseguido avanzar en mi pequeña trayectoria, la vida.
 
   Llueve y me relaja. Llueve con poca intensidad porque va a escampar. Pequeñas gotas se marcan en mi rostro ,aún aniñado,  resbalándose por mis mejillas. La ventana está abierta a la espera de que el frío otoñal y el olor petricolor me acunen en un sin vivir.
  A la vuelta de tu llegada, a la espera de que me sostengas y decidas
                                                                            [helarme.
                                         Quedarte.
Arroparme.


Está lloviendo y danzo con la lluvia para que así mañana vuelvan a caer las hojas que se postran bajo al cerezo.

Me he tropezado , me he vuelto a caer. La llovizna me caía sobre los hombros, mojando así mi pelo castaño , el cual faltaba ser teñido de rojo.

 He de reconocer que la caída me ha vuelto fuerte. Me ha vuelto fuerte y débil a la vez.


lunes, 26 de septiembre de 2016

Hoy soy yo.













  El cielo está nublado. Sus nubes azul grisáceas invaden este cielo añil.
 Me he caído y me he hecho daño, he sangrado. ¿Sabéis qué? Me he levantado, observando como la sangre cae a cuentas gotas al suelo, inundando este mar de ilusiones con sabor a sal.

   Hemos jugado con la sonrisa de la Mona Lisa, haciendo trapecios sobre la cola del gato de Alicia; pensando que así viajaremos rumbo a Nunca Jamás. Despreciando a los libros, sin saber que la literatura esconde el mejor boleto rumbo , sin norte, a nuestros sueños.

   Que me he hecho daño al no poner el pie donde lo tenía que poner, que he sangrado; pero me he levantado. Y eso ,amigo mío, es lo que cuenta. Ser capaz de levantarse aunque la caída haya sido de la más profunda. Ser capaz de contemplar tus heridas y curarlas, infectándolas.

   Me han salido alas a mis espaldas, no quiero huir. Me han salido alas y se acabó el caerme. Ya no soy el ángel caído que protegía con sus blancas alas las figuras de los arcángeles.
   Mis alas blanca se postran frente a vuestras miradas, con sus tres plumas más resplandecientes, para que podáis observar que el ángel se va levantando poco a poca. Está dispuesto a volar. Estoy dispuesto a no caerme, levantarme.

 Voy a luchar por mí y por este inmenso gran corazón. Voy a elevarme a la cima más alta del mundo, el Everest. 
Este ángel ha batido sus alas para desplegarlas. Son hermosas, joder, mirarlas.

   Se acabó el dejarme atrás, el huir de mí, se acabó el llorar por desconocerme. Quien quiera postrarse ante mí, que lo haga de rodillas admirando el vuelo fugaz. Hoy me voy a refugiar en mí, voy a luchar por mis sueños y mis metas que se quedaron en una gran lista de espera. Se acabó. PONGO FIN.

¡Me quiero, joder, me quiero! ¡Voy a cuidarme, porque eso es lo que me llevo!


  El cielo está nublado. Sus nubes azul grisáceas invaden este cielo añil.

 

domingo, 18 de septiembre de 2016

YO.



Tal vez me desconozcas, tanto como yo.
Puedes llamarme las niñas de las botas.
Esa que anhela el frío y la nostalgia del otoño.
Soy como el cristal.
Puedo helarte,
congelarte,
quemarte.
Porque el hielo quema, ¿lo sabías?
Si deseas entrar en mi espinoso corazón
tendrás que acarrear con las consecuencias.
No tengo miedo al fuego eterno.
Me derrito en las manos fieles,
me convierto en agua.
Agua fría,
agua helada.
Capaz de calarte los huesos,
llegarte al corazón y cuidarlo.
Tal vez no sepa cuidarme,
ni quererme como debería,
deberías saber que mis inviernos
otoñales son eternos.
Soy yo.
Me convierto en lluvia.
Me convierto en mi estación preferida.
Me congelo,
me rompo.
Muchos huyen porque
no saben combatir al
frío -no saben cómo afrontarlo-.
Deberían conocer que si están
bien abrigados no tienen nada por
lo que temer.
No los mato.
Los cuido lo mejor que puedo.
-Más que a mí-.
Soy como el cristal.
Puedo helarte,
congelarte,
quemarte.
Porque el hielo quema, ¿lo sabías?

viernes, 16 de septiembre de 2016

Noche decimosexta: Quiérelo.




   <<Quiérelo, él te quiere>>.
    
    Si es capaz de dejarse
    congelar, adelante.
    Le invito a hospedarse
    entre nieve y pasajes otoñales.

Que no le importe quedarse
entre estalactitas y grietas,
que sepa curar cada heridas,
que deje arroparme
arroparse.

Que no le importe soportar el frío,
si sabe que el calor me derrite,
que sólo necesito unas buenas dosis de amor
y algo de confianza. 


    Si es capaz de dejarse
    congelar, adelante.
    Le invito a hospedarse
    entre nieve y pasajes otoñales.

Entonces, bienvenido.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Noche número 1:Cupones, licor y cigarrillos.

La vida es difícil. A veces eres la bala , otras tantas el arma. A veces soy yo, otras tantas tú. A veces la herida, otras la cura

Hoy le has dado el Jaque Mate a mi pobre corazón. Sí, ese que tiene espinas y que se supone que sangra. Hoy siento que me he lanzado de lleno a una piscina de lava en pleno verano. La llegada del otoño no llega, a pesar de serlo en mi ,no tan espinoso, corazón.

¿Sabes? Yo te cielo, tal y como dijo Frida Kahlo. Te quiero. Te quiero y te quiero de aquí al infinito, por muy cursi que suene.
Gastaría mis cupones con tal de estar a tu lado, arriesgándolo todo. Perdiendo el mundo a mis pies para poder hacer uno nuevo junto a los tuyos.

Siempre he luchado por ti, pero al parecer nunca te has dado cuenta, he estado siendo tu sombra y el hombro donde más de una vez te has dejado caer. Te he apoyado incluso no llevando la razón, cuando has tenido a todos en contra y... Tú antes de mí.

Te amo con el pack de dos que debemos aceptar en todos.  Nunca he dicho que de verdad quiero a alguien a mi vera, nunca he dicho que quiero a alguien como para ser pareja... ¿Es que no te das cuenta que contigo gasto todos mis cupones?
 La única persona con quien hago la excepción, con la que manejo los hilos de mi marioneta y dejarlo todo en una bandeja para que... Lo tengas más fácil.

¿Y cómo me lo pagas? Diciéndome lo más cruel que nunca has podido llegarme a decir. Diciéndome que te he abandonado en el momento que más me necesitabas, que te he traicionado, que dejamos de ser 'amigos' desde hace tiempo porque desconozco todo de ti... 

<<Si me traicionas en un juego...¿Qué harás en la vida real?>>

Toma ahí, con dos cojones. Como si no hubiéramos echado suficiente leña al fuego. Ahí, para que duela más. Ahí para que te alejes de una vez por todas, ahí para que se abra la brecha.
Que te he clavado un puñal por la espalda. ¿Y tú? ¿Acaso sabes lo que le haces a mi corazón?

<<No debí saber quien eras, no debí contarte mis penas>>
Me quiero consumir entre alcohol y cigarros. Me voy a consumir en mi propio cigarros y botellas: El tiempo.

Que las manecillas del reloj no se pueden retroceder. Que no podemos volver a aquel verano del 2014 y hablar hasta las 3 am. Que hemos cambiado, tanto tú como mi gélido corazón. Que nada es igual. Que me quiero consumir y nada más que ha pasado una noche de treinta y una más.

PD: Necesitaba sacar esta espina.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Recuerdos del olvido.


    Navegué bajo la desesperación de mi corazón surcando en las olas del inmenso mar. Adentrándome más en él, para ver hasta dónde la marea me podía llevar. Naufragios del ayer en una isla desierta. A solas con mi alma y mi voz. Con la única compañía del sonido del mar más alguna gaviota que pasaba.

     Y de pronto lo entendí. Escarmenté una vez más a sabiendas que tropezaba siempre con la misma piedra. Me había ocurrido lo mismo hace tres años cuando naufragué en las orillas de tu mar. 
        Por aquel entonces tu piel  mezquina brillaba tanto como los rayos del sol, que me cegaban en aquella desierta isla, tus ojos tan azules como el océano  Atlántico. Tu cuerpo se dispersaba como la blanca arena entre mis dedos pequeños. Tu voz... el sonido de las gaviotas.

        Hasta aquel entonces no me percaté de lo ocurrido. La misma historia de nuevo. Con las uñas cubiertas por el manto de la arena y el sabor de la sal entre mis labios carnosos. Viva imagen de la desesperanza y la desolación. Viva imagen del olvido y su atormento con los recuerdos del ayer. Donde tú y yo, surcábamos los mares y los océanos del mundo entero. Sin temor a la deriva, ni a las tempestades. Sabíamos que después iba a llegar la calma, entre gemidos en tu camarote. Entonces comprendíamos que la serendipia había sido hallada entre las sábanas de aquel cielo añil.

         Y me marché. Me alejé de ti porque se formó un huracán del que nada pintaba bien. Me marché por temor a herir, lo que un día te construyó. Aquello fue inefable. 

    Volví a naufragar a deshoras en las olas de otros mares. No era lo mismo. Era efímero. Fugaz. Doloroso.
Invadía otros barcos con la esperanza de encontrarte por ahí. Pero no, tú no estabas. Tú me habías olvidado, yo no. 

         Me volví a tropezar 


 con 



los recuerdos del OLVIDO.