lunes, 27 de febrero de 2017

Late.

Tengo una extraña sensación en el pecho, en el corazón.
Gracias a ti me vuelvo a sentir viva.
No es amor, es algo más dulce.
Vuelvo a renacer, estoy viva, me alegro.


Late, late, boom, late.
Siento como late.
Fuerte. Fuerte. Corre y no se tropieza.

Le estás dando vitalidad,
le estás haciendo vivir,
le dotas de placer
le dotas de esperanza.

Late, late, boom, late.
Siento como late.
Fuerte. Fuerte. Corre y no se tropieza.

¿Es la hora?
¿Será que me estoy enamorando otra vez?
¿De la persona correcta? ¿De un nuevo error?
Pero yo quiero volver a equivocarme.
Quiero no ponerme obstáculos.

Late, boom, boom, late.

Está vivo,
lo siento aquí conmigo.
Está llorando de alegría
por ello brinca.
Por él salta
por él tiene miedo a hacerle daño.
Por mí, por mi trozo de hielo escarcha
por el trozo de marfil.

Y quiero sentirlo
en lo más profundo de mi ser,
que me recorra de arriba a bajo
que sepa quedarse
que no tenga miedo al jodido caos
a mis desastres.

Puede que sea él,
el que sepa combatir a mis demonios,
puede que sea una tontería de las 01:19 am
y que cuando me despierte nada de esto haya sentido.

Pero... Late, late, despacito, boom, late.

Me siento viva,
estoy riendo,
le siento poquito,
lo suficiente,
es mío.

Aún late.
Aún tiene ganas de sentir.
Aún puede hacerlo.
Ya lo he matado y castigado muchas veces.
¡SAL, VÍA LIBRE!

Late, despacito, boom, late.
Puede que sea él,
el que sepa combatir mis demonios,
puede que sea un error,
la víctima perfecta que me encarcele
o la inocente que se encadene.

Pero late
y lo siento.
Late y lo deseo.
Lujuria puede ser,
Amor ,tal vez.
 Puede que sea precipitado
pero que recorra mis imperfecciones
y se haga oír en todo Madrid.

Y late, despacito, late.
Y le he dejado la puerta abierta
para que mi corazón se desencadene.

Eres libre.

jueves, 23 de febrero de 2017

Recordatorio.


<<Han seguido otro camino. Los caballeros que las socorren les importan poco. Se valen y luchan por sí solas>>.

Recordad que el sábado 25 a las 18:30 os espero en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Campillos.
¡Nos vemos entre letras!


Es amor hacia mi propia creación.

sábado, 18 de febrero de 2017

Mía.



Ahí están los trocitos del desayuno de esta mañana. Ahí están en el fondo del vaso de cristal.
Ahí te encuentras tú, dándoles vueltas con la cucharilla del café, esperando a que por arte de magia desaparezcan, pero no lo hacen. Las galletas se han consumido en el líquido de la bebida que mamá te ha preparado con mucho amor. A la espera, de una vez más, que te lo bebas para así tener muchas energías (de esas que tanto te hacen falta) para aguantar toda mañana en el instituto.
<< ¿Otra vez me vas hacer lo mismo?>> -te repite todas las mañanas, con voz firme y dura; aunque por adentro tiene ya todo su corazón inundado en un mar de lágrimas- << ¿Cuándo vas a parar?>>.

Tú no quieres ver que estás hermosa, que eres un bello regalo. Tú solo eres una víctima más de esta sociedad. Ni siquiera sonríes ya, no tomas el desayuno ni otras comidas que tus padres te preparan con todo su esfuerzo y el amor.

Estás harta, en el fondo quieres que todo esto acabe. Que mañana no sea otro monótono día, que no te duela el estómago cada vez que haces el intento de comerte una simple pieza de fruta, o, incluso que no te den náuseas al caminar.
Has logrado ya lo que querías, verte delgada sin hacer ninguna dieta o ningún ejercicio. Las otras personas ya te ven rota y sin ninguna reparación, ellas ya han ganado. Déjame decirte que has perdido en esta batalla contra tu propio reflejo.

Estás más delgada, se te cae el pelo, se te notan las costillas y hasta das susto. Déjame decirte que tienes un color de piel amarillento y que no puedes ingerir nada, ni siquiera beber agua.
Estás mal, realmente mal.

Te escusas diciendo que es la voz de la conciencia la que no te deja parar, pero en realidad han sido todos estos años en los que se han metido contigo.
NO SALES, no tienes AMIG@S, el WC se ha vuelto tu más fiel compañero, ahí van todas tus comidas cuando violentas tu garganta.

Quieres escapar, terminar con esto. Quieres volver a sonreír porque ya has sufrido bastante.
No quieres verte en un reformatorio, no quieres que pequeños tubos transparentes te den de comer por la nariz o por las venas. Quieres parar ya, quieres volver a ser la que eras. (Una chica hermosa para los ojos de los que REALMENTE te apreciaban, te amaban).

Has aprendido la lección, es hora de pedir ayuda.

Déjate ayudar, ámate, siéntete


lunes, 6 de febrero de 2017

ANA.











Eh pequeña ven, te voy a contar una historia de esas que tienen principios y que el final, no lo ves tan claro.

Había una vez una chica llamada Ana. Sí, te voy a poner a ti de ejemplo porque otro nombre … no se me ocurre ponerle a esta atrocidad.
Ella era feliz con el mundo, o el mundo era feliz con ella, según se mirase. Le encantaba ponerse vestidos que enseñaran sus curvas o un poco de piel, sobre todo lucir el bikini el verano.
Pero… hubo problemas. La estación cambió a otoño y ya, la pequeña e indefensa de quince años, no sabía muy bien qué hacer con su vida porque el frío le sentaba muy mal. Él, junto con la Lluvia y los Relámpagos, le hacía la vida imposible. No la dejaban lucir su cuerpo con libertad, ni siquiera si mostraba un poco de piel.

Los meses transcurrieron y la pobre Ana había empezado a adelgazar un poco porque pensaba que así no tendría tanto frío y el verano iba a llegar con más rapidez. Se equivocó. Llegó el invierno y Nieve se sumó a su pesadilla. No le dejaban vivir como ella quería.

La madre de Ana se empezó a preocupar, ¿por qué su hija empezaba a contar las calorías si así, lo único que conseguiría era adelgazar? ¿Es que Ana no percibía que, al perder grasa, el frío le invadía? No, ella no se daba cuenta. Todo lo contario. Se obsesionó demasiado. Apenas mantenía el equilibrio y su amiga pelirroja no venía a visitarla. Su ropa ya no le quedaba tan bien como antes… Era una pena.

La gente partidaria del Invierno le aconsejaron que se pusiera sudaderas y que debía de comer menos ya que el verano pronto iba a llegar. En primavera no habría ningún problema ya que podría lucir sus bonitos vestidos con su nueva figura.

¿Sabes pequeña qué es lo que sucedió con la llegada de la Primavera? Ana tuvo que ser ingresada de repente al hospital porque se cayó inconsciente al suelo.
En cuanto los médicos la chequearon, le dijeron, a ella y a los reyes, que tenía un hechizo maligno que le hacía repudiar al frío y … que debía ser ingresada para poderlo afrontar. Ana se puso muy triste. Se miró al espejo del pasillo de aquel hospital y no se reconoció. Había perdido su bonita cabellera rubia y su rostro, ese de tez oliva, estaba amarillento… ¿Y sus ojos castaños? Oh, pues… perdieron el brillo especial y único que siempre albergaba la pequeña Ana.

Pasaron tres semanas, la primavera aún era dueña y señora del reino. Ana conoció a Mía, con la que se llevaba muy bien. Ambas se entendían a la perfección, eran muy buenas amigas.

Recuerdo que cuando fui a visitarla, Ana estaba tumbada en la cama con unos pequeños tubitos que le proporcionaban alimentos y Mía… bueno ella había sido enviada a su casa porque los médicos, con sus poderes mágicos, habían conseguido que aceptase el invierno… Aunque no fue del todo así. A Mía le costó, pero al final, lo consiguió.

Ana apenas podía moverse. ¡Parecía una princesa esqueleto! Yo le ofrecí un trocito de chocolate, pero ella, nada más verlo se enfadó conmigo.

No visité más a Ana porque su conducta no me pareció nada apropiada. ¿Dónde estaba la chica que yo había conocido feliz? ¿Dónde? ¿Cuándo decidió comportarse así? ¿Porqué? ¿Quiénes fueron los causantes?

Me entristecí. El verano había regresado y sentí la esencia de Ana en el reino, pero… por desgracia ella no se encontraba. Me había enterado por los habitantes que se había convertido en el polvo de las hadas que daba vida a este mundo.

Lloré porque deseaba ver a Ana vestida con sus mejores sonrisas, con su largo cabello mecido por el viento de aquel acantilado al que solía ir. Ya no la podía ver… Sólo las hadas habían aprovechado su última exaltación.

Y colorín, colorado…
El cuento ha acabado.

No seas Ana y … no dejes que el Inverno o incluso el Verano te corrompan.
Ponte los vestidos que quieras, vístete con tus mejores sonrisas. Ríete de tus cabellos desaliñados…
 Y sobre todo no olvides que tú vas primero.