viernes, 21 de julio de 2017

Lucifer

Le he visto portando su guitarra a sus espaldas,
su mirada lo dice todo: pasa del mundo que le rodea.
No me ha saludado, 
no me conoce,
es una sombra.

Parece frágil,
sus pupilas me responden que están hartas de ser insensibles.
Se posan en mis hombros, supongo que para descansar.
 Suspira.
Le acaricio el alma,
el rostro de marfil, angelical.
Se siente decaído.

Mis dedos se enredan en su negro cabello,
le agarran,
me mira,
le veo arder.
Es el fin.

Extiende sus brazos.
Abre una puerta hacia el infierno,
mi piel se desnuda,
le follo,
le muerdo,
le atrapo
sin asfixiarle
le absorbo el alma,
arde,
quema.

Desaparece.

Ni siquiera existe.
Es una alucinación. 


 


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