miércoles, 22 de junio de 2016

Una flor para Bea



La vi inconfundible
y entonces la entendí.

Olía a jazmín,
mil y un olor se apoderaban de ella al fin.

Tenía una bella sonrisa,
parecía toda una Mona Lisa,
de esas que no sabes si calla
o mantiene una bella sonrisa.

Amaba la música desde pequeñita,
el rock y el jazz su pasión.

Escribía, o al menos eso hacía,
una bella poesía.
Una poesía que carecía de rima.

Anhelaba tomar café
y los días de lluvia junto a él.

Iba siempre a la floristería.
Él le dejó aquella afición.
Siempre con la misma intención:
que se viera tan hermosa como él la veía.
Pues ella era una bella flor.

Bea carecía de muchas cosas,
pero él se enamoró de ella,
como si se tratase del primer día.

Rosas y espinas le dejó,
en su pequeño corazón.

Lástima que él no supiera,
el final de aquella bella flor,
de la cuál en un día se enamoró.


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