No sé en
qué punto de la partida del ajedrez nos encontramos.
Seguramente,
sea en ‘tablas’.
Empate.
He
decidido guardarlo en una cajita.
No está
preparado.
No me
siento lista para dejarlo ir y que corra cual animal por la pradera.
No existen
las mariposas.
Sé que me
quiero.
Eso le
debería de valer.
Es su
alimento, su pienso.
Después de
todo, es por lo que hemos luchado tantísimas veces.
En la
cajita estará mejor.
Acolchado,
pero sin polvo.
No es un
desván, sino un hogar de madera.
Quiero
cuidarlo yo misma.
El amor
propio es destructible.
Su alimento.
Armadura
sin ácaros.
En
ocasiones, siento su miedo.
Las
preguntas se amontonan para introducir la incertidumbre.
‘¿Y si…?’
No,
tranquilo. Ya llegará el momento. No corras.
Para que
te quieran bien, sano y bonito, querido corazón,
hay que
cuidarnos.
Por eso
estamos en ‘tablas’.
Tú y yo.
Yo y tú.
Nosotros.
No es el
momento.
Nadie es
merecedor de adoptarte.
No estás
preparado.
Disfruta
de nuestro viaje.
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