Como una loca, he vuelto a perderme entre los lunares de tu espalda.
Como una loca, he
enloquecido por todo tu ser.
Me he
vuelto a perder entre tus piernas, entre el hueco que hay en tu vientre y en el
hoyuelo que te aparece cuando sonríes dulcemente.
Me he vuelto a enamorar de esos penetrantes ojos cafés. Me he enamorado
del hueco que tienes entre las costillas cuando intentas respira profundamente.
He conseguido que me cales los pies de todo tu amor.
¡Un gran error!
Al final,
me he enamorado de un pequeño diablo. Un diablo que consigue arder y clavarse
como una bella estaca en el corazón. Me volvería un vampiro con tal de que te
claves y nunca te vayas.
He conseguido guiar mi vida muy monótona, que realmente
tenga un fin en este gran mundo y del cual ambos somos afortunados de vivir,
porque he visto una luz que es capaz de embriagarme y de llevarme por el camino
correcto. Esta luz existe, no me la invento, esta luz eres tú, amor.
Sí, eres
una bella y dulce alma que me guía en mis días grises. Eres delicia para todo
labio que decida probarte y recorrer tu ancha espalda. Eres caramelo envuelto
en un papel diferente en este mundo donde la sociedad hace más partícipe que
los propios integrantes. Ella es la que nos mandan instrucciones para escoger a
nuestra persona ideal; pero, lo que no
sabe, es que nuestra persona ideal no es la primera que se cruza por nuestro camino, puesto que éstas
son simples obstáculos y pruebas de la vida.
Yo no
vengo a decirte que eres una de ellas personas en mi vida, o para mí, no. Yo
vengo a decirte en esta carta que quizás destroces, que eres mi pequeña
constelación en los lunares de todo mi cuerpo. Mi cuerpo, no perfecto, pide a
grito tu piel. Te desea de la misma manera que te desea mi corazón y todo de
mí.
De la
misma manera, eres realmente un ser con defectos, no lo dudo, al igual que lo
es todo el mundo. Pero para mí, tus defectos son parte de ti, van en ese pack
de dos que encontramos en cualquier supermercado. Van junto a ti; y si alguien
ha de quererte, amarte y respetarte, lo debe hacer con todo al completo.
No te
pido que seas para mí, sino que aceptes este boleto para ir al paraíso.
Si
realmente alguien quiere estar contigo, mi querido y hermoso diablillo, debe
hacerlo aunque no tengas barba, aunque tengas una estrecha sonrisa y aunque tus
ojos no sean los más bonitos del mundo. Si alguien realmente quiere estar a tu
lado, debe saber diferenciar entre los otros y tú y tenerte a ti por encima de
cualquiera.
No te
pido que seas perfecto; tú ya lo eres a tu manera, porque la perfección no
existe.
Yo,
realmente, sé cómo eres, sé cómo te comportas y lo que haces cuando estás solitario.
Sólo hay que ver esas ojeras que se hospedan en tu dulce rostro. Sólo hay que
analizar que sientes tanta desesperación porque alguien se fije en ti. Y no te
das cuenta de que yo lo he hecho desde que apareciste después de tantos y
tantos obstáculos que tuve por superar. Sólo te
pido que me ofrezcas tú corazón, que yo ya sabré cómo cuidarlo y arroparlo para
que nadie más lo pueda herir.
Déjame
que te cante al oído las bellas baladas de Il
Divo, déjame que sea yo quién te arrope en las frías noches de Diciembre y
otoñales de Octubre; que sea conmigo con quien quieras cambiar de la primavera
al verano y viceversa; que sea conmigo con quien quieras soñar y yo dejaré que
sueñes, para que de una vez tus pesadillas desaparezcan. Deja que te acaricie
el alma, que te la mime y le haga el amor al compás de las velas perfumadas y
el eco de Beethoven.
¿Y tú me
dejarás que te coja de la mano cuando tenga miedo? ¿Me dejarás abrazarte cuándo
haga demasiado frío y no tenga calor? ¿Dejarás que mis alas te cubran cada
mañana? ¿Seré la última persona que quieras ver al despertar y al dormirte?
¿Escucharé decir mi nombre en un susurro? ¿Haremos gemidos al compás del piano?
¿Caminaremos entre estalactitas para que se deshielen y se conviertan en una
bella playa? ¿Seré la afortunada de reírme de tus payasadas? ¿Veremos las
estrellas fugaces enfrente de la chimenea? ¿Haremos el amor al descubierto? ¿En
el exterior o en el sofá que tanto te gusta? ¿Besarás mis cicatrices y me
dibujarás veintisiete besos en mi espalda? ¿Dirás un te quiero al correrte? ¿Y
al anochecer… volverás a pedirme que me quede?
Créeme
que quiero miles de inviernos a tu vera, pero esa opción la tienes tú con el
mero gesto de arrugar, o no, y tirar esta carta de amor.
Yo solo
soy alguien que espera impaciente en la orilla del mar, de tu mar, a la espera
de poder embarcar hacia tu corazón; dándome igual si la ventisca puede o no
derribarme, porque cuando sientes un sentimiento que emana tan fuerte de corazón,
realmente todo da igual. Sinceramente porque luchas por ello y no impides que
ese sueño, o sentimiento, se deshaga o se derrumba; y si así lo hace, y si eso
llega a pasar, me levantaré de nuevo como cada mañana y empezaré a recorrer el
mismo trayecto, porque la esperanza es lo último que se pierde. Por ello,
Pandora no la dejó ir en su caja. Y yo, ahora, lucho por ti.
Ecos de
amor, mi vida.
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