Las
ojeras se me hospedan en mi rostro de marfil. La gente piensa que ya no voy a enamorarme
más ¡pero qué equivocadas están!
Si
supieran… Si supieran que tú eres mi amor platónico. Si supieran que te guardo
en lo más a fondo de mí ser… Si supieran lo que no saben, me acabarían por
llamar loca enloquecida.
¿Cuándo
fue la última vez que hablamos sin impedimentos? ¿Qué nuestras conversaciones
no se volvieron aburridas? ¿Cuándo fue la última vez que te felicité por algo
que habías hecho bien y que me sentía plenamente orgullosa de ti?
Cuándo.
Dónde. Por qué. Cuándo te fuiste. Dónde lo hiciste. Por qué fue.
Mi
mente te está olvidando, de veras que es una lástima, pero no sé ya qué hacer
para poder recuperarte. En mis sueños ya no apareces y eso que me esfuerzo por
proyectarte en ellos.
En
mi vida apenas te considero en un futuro
y ya he perdido catorce veces por conseguir que navegues en mi barco rumbo a
Nunca Jamás.
Ya
no hay rastro tuyo y el que queda se va esparciendo como la arena.
Ya
no encuentro motivos para conversar contigo a pesar que pido que te quedes, que
me rescates del cielo para que me lleves al infierno.
Ya
no sé qué hacer para volver hacia atrás, para retroceder en el tiempo y volver
a viajar.
Que
necesito sabias palabras tuyas que me hagan seguir con mi camino.
Pero
ya, al parecer no vas a volver así que he de empezar yo a construir mi camino
por mí misma, a guiarme como siempre, o casi siempre, he hecho y a perderme por
los senderos de mi vida.
Tal
vez volverás algún día, tal vez me asfixiarás como siempre has hecho. Acabarás
por matarme lentamente hasta que acabe de respirar.
Porque
tú me matas lentamente. Eres mi amor platónico y un buen jugador en el Cruedo.
Ahora
no sé qué hacer si pedirte que vuelvas o dejar que te quedes allí donde estés.
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