Cuando pienso en escribir
sobre arte, siempre se me viene a la cabeza grandes cuadros de grandes autores.
Siempre, los tríos de ases: arquitectura, pintura y escultura. Olvidándome por
completo de otras manifestaciones. Entiendo que es culpa mía, porque le he dado
más importancia a lo largo de estos años a lo que entiendo por ello, dentro de
la asignatura, o de la carrera, Historia del Arte.
Es por esto que, a nivel
intelectual, también deberíamos hablar de una desconstrucción. Romper con los
pensamientos que llevamos arraigados por costumbres, tradición o imposición. Es
cierto que parece más una utopía que un logro a seguir.
Entonces, ¿si yo, en
primera persona, debo desconstruirme intelectualmente, no debería empezar
preguntándome qué es el arte para mí y construir sobre ello? Sí. Efectivamente.
Los primeros en sentarse
y reflexionar abiertamente sobre este término fueron los griegos. ¿Qué es el
arte? Siempre se nos ha comentado, sobre todo cuando entras de lleno en la
carrera, que es una definición subjetiva
que ni los propios historiadores, filósofos y entendidos se aclaran. ¿Por qué?
Porque no es una concreta como, por ejemplo, las Matemáticas. El arte va más
allá de una definición. Es algo sensorial que aborda la subjetividad por
completo al ser percibido de diferentes puntos de vista. Pudiéndose ahí ser el
problema. No es algo claro, es todo lo contrario.
Aún seguimos en la
actualidad, intentando definirlo. Porque el ser humano lo necesita. Está en su
condición humana. Una palabra clave, un conjunto de palabras, de sinfonías y
melodías que le digan alto y claro lo que es.
Y es que, si consulto la
definición en la RAE, me explica que el arte es: ‘Capacidad, habilidad para hacer algo.’, y si procedo a la
segunda: ‘Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta
lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o
sonoros’. No nos basta con estas, queremos y seguiremos intentando dar nuestra
propia definición. Abarcar un concepto con el todo, que sea capaz de decir:
‘esto es el arte’. Sin embargo, aún es imposible. Por mucho que veamos,
escuchemos o leamos, el arte está dentro de nosotros. Es evidente. Porque ronda
en el ciclo de la subjetividad. No es algo claro. Es algo que se siente, que
provoca reflexiones y, sobre todo, conciencia. Esa es la definición,
indiferentemente si es bello o no.
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