10/12/19 19:36
Y, entonces, te invito a un buen vino
tinto, mientras el fuego aún sigue sin apagarse.
Te hablo de todas las pajas
mentales que tengo en mi cabeza, mis problemas con mi amiga la ansiedad y vete
tú a saber qué más.
Y te pido una noche, solo una,
mirándonos en la azotea, bebiendo, mientras el calor empieza a llenar la
comisura de la boca.
Solo un poquito más,
cerca,
más cerca aún.
No hay tiempo, se ha parado, o,
puede, que lo sintamos más lento de lo normal.
Pero hay fervor, más de lo normal.
Cerca,
más cerca aún,
un poquito más.
Vamos más allá.
Tu labio en mi labio,
tu mano recorre la fina capa que
llevo por piel.
La mía, tu cabello marrón lacio.
Un poco más,
cerca estamos del verano…
Ha subido, lo notas, lo noto.
Muerde, despacito, muerde.
Susurro, saboreo, acaricio.
Agarra, jadea, verano.
Algún más que otro me encantas
y miradas intensas.
Amantes o amigos, esa es la
cuestión.
La lentitud ha sido desenfrenada,
hemos pisado el acelerador.
Ha subido,
cerca, más cerca, un poquito más,
lo notas, lo noto.
Muerde, susurro, saboreo, lame,
agarra, gime, jadeo.
El vino esparcido por el suelo,
el frío abriga a los cuerpos
desnudos.
Llueve.
Sudamos.
Ruidos.
Esencia del invierno.
Quédate esta vez.
Quiero que vengas.
Te invito a un vino tinto,
a una noche en la azotea.
Quédate esta vez.
Escucha el runrún de la ciudad ahogándose
por ti, por mí.
Tu mano más allá,
mi cuerpo pidiendo que sigas, que
no frenes.
Quemo.
Muerde, susurro, saboreo, agarra,
gime, jadeo.
Ardemos.
Y la culpa… del vino.
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