Ella no se quiso ir.
Yo la maté.
La casa estaba en completo
silencio,
ella no se quería ir,
los residentes dormían
plácidamente.
La maté.
El cuarto, en silencio.
El patio, en silencio.
El salón, en silencio.
La atmósfera, en silencio.
Ella no se quiso ir, en silencio.
Y la vi, claro que la vi,
completamente dormida.
El pecho se hinchaba con sus
últimas bocanadas de aire…
En silencio.
La maté.
Maté a la adolescente.
En un vano intento de metamorfosis,
dejando cabida a la adulta.
Suplantando su identidad,
de forma tosca, con ideas más aguerridas.
de forma tosca, con ideas más aguerridas.
Ella no se quería ir,
empero la maté.
Para dejar atrás al pasado.
No se quería ir…
Me impregné de su sangre.
La dejé ir, tras el último ronquido.
Confirmando su inocencia temprana.
Llenándola con el arma.
Era hora de la metamorfosis,
del cambio.
Simplemente… necesario.
La maté.