Eh,
Azahara, eres fuerte. Eres fuerte con todo lo que has pasado y pasa.
Eres
una luchadora innata desde que naciste.
Y
te repito esto para que lo leas y te mentalices de que sí, de que eres así.
Con
cada curva y cada kilómetro de piel desde arriba hasta abajo.
Eres
aguerrida.
¡Ya
va siendo hora, lechuga!
Eres
fuerte,
y
te lo repito para que te acuestes con este pensamiento y no con algunos otros
que te nublan la mente
y
provocan que te caigas ,otra vez, al precipicio.
Azahara,
la salud mental no es ninguna tontería, créeme, a mí, sí, a la niña de
dieciséis años que ha ido creciendo a la misma par que tú y está harta, HARTA,
de verdad te lo digo, de verte caer sin demora.
[Porque no haces nada más que caer]
Y
a saber cuándo te levantas.
Pero
mírate, amor mío, mírate y disfruta de ti y de los pequeños placeres de la
vida, del tiempo,
porque
el AVE pasa a toda velocidad y a saber cuándo volverá a pasar.
¿Entiendes?
Venga,
niña, sé que estás sonriendo.
Sabes
que tengo razón.
¡Cómo
no voy a tenerla!, si más que te cielo
yo, nadie lo hará.
Anda
niña, ámate y recorre ese cuerpo con tus manos.
Que
ya te has martirizado suficiente durante estos años.
Nos
has provocado idas y venidas, distanciamientos y grandes conflictos internos.
Anda,
niña, corre, corre y grita al espejo lo hermosa que eres.
Eres
mucho más que una imagen exterior.
Eres
aguerrida, emotiva, pasota, humilde, leal… eres un conjunto de adjetivos que te
esculpen en la obra.
Niña,
corre.
Corre,
niña.
Cuelga
el arma en el perchero, ya va siendo hora.
I miss you.